coffe cup porno (art)

stu tu tu tu

excelente. Nisiquiera sabía como se dice tartamudear en inglés.´

REPRESA

VIDEOS para encender la creatividad en invierno

Durante estos días de invierno el frío nos congela la creatividad, les dejo unos videos para precalentarla, disfrutenlos y como siempre, si tienen algo para aportar, bienvenido!

GREEN

que ganas de tenerlo en Chile. Se podrá encargar por internet o el SAG lo retiene en aduana?

Ultra thin

good ad.

ARE U AWARE?

impresionante, hagan el ejercicio…

DISCONNECT TO CONNECT

Simplemente CIERTO, disfruten.

Y como siempre, bienvenidos los aportes.

 

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ESPERANZA

Cristián  Warnken
Jueves 31 de Marzo de 2011
Esperanza


No es mi hija, pero es nuestra madre, aunque me  hubiera gustado tener una hija que se llamara Esperanza. Sobre todo ahora,  cuando el nivel radiactivo supera tres mil 335 veces el límite admisible  en el mar cercano a Fukushima, y las tropas de la OTAN bombardean las  ciudades libias usando el loable objetivo de la libertad, que ya todos  sabemos a estas alturas sólo encubre sed de petróleo. Sí, sobre todo ahora  en que no hay un día en que no aparezca un nuevo psicópata, un nuevo  sicario, un nuevo pedófilo, nuevos negociados, nuevas redes de poder,  nuevas matanzas. No es que quiera dar vuelta la página, pero más letal que  cualquier radiactividad o guerra o mafia, es la ausencia de  esperanza.
Podrán caer y deberán caer todas  las estructuras podridas de las instituciones en las que depositamos  alguna vez nuestra ilusión y bajo las cuales alguna vez nos sentimos  seguros, pero lo que no puede desmoronarse nunca es la esperanza. Que se  abran todas las alcantarillas que haya que abrir, para que salgan a la luz  del día todas las mentiras y el pantano sobre el que caminábamos pensando  que era tierra firme. Pero que entre todos los cadáveres y caídos de la  gran catástrofe de la confianza de este tiempo, levantemos y hagámosle  respiración boca a boca a una sola de las palabras malheridas entre todas,  la única sola que basta para seguir viviendo, y esa es «esperanza». Tal  vez las demás palabras gastadas habrá que dejarlas a la vera del camino.  Habrá que caminar hacia el horizonte más ligeros de equipaje, con menos  certezas y seguridades, sólo con la esperanza, que no pesa y que no exige  más que espera.
Sí, es cierto que hay locos  que guardan arsenales en sus casas y un día salen a matar a quien se les  cruce por delante. Hay países comidos por el narcotráfico, y en Afganistán  la amapola es la única flor que da esperanza a los hombres y mujeres con  la mirada más bella del planeta, porque esa flor bella y maldita produce  la heroína que consumen los adictos de las potencias «desarrolladas». Y  esos adictos de esas sociedades satisfechas son los que, teniéndolo todo,  perdieron la esperanza. De Irak, en la vieja Mesopotamia donde nació la  civilización humana, sólo quedan ruinas, y ya nadie habla de las armas de  destrucción masiva que nunca se encontraron, porque ya nadie se avergüenza  de mentir en el mundo.
Pero yo quiero que  vuelvan la verdad y la esperanza, juntas, como hermanas mellizas de un  cuento de infancia. Aunque parezca clisé, aunque suene cursi. ¿Quién me  puede negar que me dé ese gusto en este jueves de otoño del hemisferio  sur, en esta mañana hermosa y fría? ¿Es que no puedo salir con ella a la  calle, y bailar con ella, como lo hacen los niños en las plazas, como un  loco? El mundo está cada vez más loco, y hay locos que gobiernan y son  reelectos por inmensa mayoría. Hay primeras damas que se divorcian para  repartirse el poder con sus caudillescos esposos, hay parlamentarios de la  República que les roban el agua a los campesinos asediados por la  sequía.
La estupidez, la maldad, la avidez  desbocada parecen no tener límite. Sí. Pero yo insisto en hablar de ella.  Me dirán: «¿Y hasta cuándo nos va a machacar usted con la muletilla esa de  la esperanza, y en qué tiene usted esperanza, por Dios?». Yo en esto no  hago cálculos ni tengo respuesta, porque la esperanza es la única acción  que no sufre las fluctuaciones de la bolsa. No se mide en el Simce y no  está en el IPSA.
Pero la esperanza, cuando  quiere, estalla. Cuando la vean venir algún día de estos no lo podrán  creer, cuando limpie como un tsunami en cámara lenta y agua limpia toda la  estupidez, la miseria moral, y los malos vaticinios del calendario  maya.
Cuando la esperanza vuelva, los quiero  ver. Ahora no los veo, porque estamos como extraviados en la niebla. Pero  a la esperanza sí la veo: todavía está ahí. Intacta. Y brilla. Es un  milagro que esté ahí. ¿Quién quiere ir conmigo a  encontrarla?